miércoles, 7 de diciembre de 2016

pecados veniales

PECADOS VENIALES
            De todos los preceptos religiosos que he ido conociendo a lo largo de mi vida, los pecados son, sin duda, aquellos que más inexplicable atracción me han provocado. Quizás porque no dejan de ser leyes y prohibiciones, y todo lo que está prohibido nos atrae.


            Existen pecados de todo tipo y color. Por pensamiento, por obra u omisión, –qué gran palabra tan olvidado su sentido y tan usado por nuestros gobernantes cuando de ayudar al prójimo se trata- pecado original, pecado top-manta, pecado mortal, pecado venial. Todos pecamos, incluso cuando no sabemos que lo hacemos, y el castigo es terrible, “la muerte del alma”. El pecado ha sido una de las formas más eficientes de control social desde su invención en el medievo, hasta nuestros días, aunque ahora cada vez sean menos los que les prestan atención.
            Para evitar “la muerte del alma” sólo hay tres caminos; Llevar una vida recta y sin mácula, que te aleje del pecado, aunque no lo olvides, siempre, siempre, llevarás en tu currículo la mancha del pecado original. Arrepentimiento, confesión y absolución. Aunque en teoría puedes realizar este camino a modo de self-service, la Iglesia te recomienda que lo hagas a través de un párroco que escuchará tus pecados, te impondrá una penitencia –con donativo incluido a poder ser- y finalmente de absolverá. Y por último existe un camino menos transitado para “limpiar el alma”, un camino pensado especialmente para ricos y burgueses, para que puedan pecar sin miedo, “Las indulgencias o bulas papales” (sí, ya sé que hay matices y diferencias entre una indulgencia y una bula, pero no voy a escribir una tesis, ni siquiera a plagiarla ahora que está de moda) Básicamente estas indulgencias y/o bulas consisten en reconocer que se ha pecado o se va a pecar y pagar una suculenta suma para que no cuente.
            Los tiempos cambian, y la Iglesia ya no es lo que era. Su reino no es de este tiempo aunque todavía tenga mucha capacidad de molestia. Dios tiene forma de billete, a los altares los llamamos bolsas, sus párrocos cambiaron hábito y sotana por traje y corbata, y ya no nos preocupa tanto la muerte del alma como la muerte del cuerpo. Pero seguimos creando pecados. Nos llenamos de prohibiciones para prolongar la vida revistiéndolo todo de saludables ejercicios, dietas y recetas para una vida sana. Y si no lo hacemos así, ahí está la nueva Iglesia-Estado para recordarnos que nos estamos saliendo del camino marcado. Para recordarnos que al encender un cigarrillo estamos pecando igual que si nos tomamos un carajillo. Y la lista de pecados aumenta sin cesar. Y ahora se desata en el Estado una campaña contra el nuevo gran enemigo de la salud, el azúcar.
            ¡Ay, pero qué adelantada a su tiempo fue la Iglesia Católica! Y así el Estado también descubre que los pecados no están tan mal, si te los puedes pagar. A las indulgencias las llamamos impuestos en el siglo XXI. ¡No peques! Por tu bien. Pero si quieres hacerlo sólo tienes que pagar.

            Y mientras tomo mi refresco en el bar me sorprendo al observar que desde la progresía esto no se ve mal. Y hablan de cifras, que por debajo de un 20% del precio inicial no tendrá utilidad. ¡Y me cago en D…! qué no os entiendo, que me estáis tratando de engañar. Que mi salud no os importa, que se trata de recaudar, y de hacerlo sin molestar a los grandes señores, y al Capital. Que si modificamos Sociedades, Riqueza, Patrimonio… se van a mosquear y se van a ir al Paraíso y nosotros acá. Y no me molesta la derecha, ellos ya sé a lo que van. Me sorprenden los progres queriéndome llevar al Mundo Felicidad.  

viernes, 2 de diciembre de 2016

El beso del psoe

EL BESO DEL P(so)E
            Todo aquel que escribe anhela en el fondo que sus textos pasen a la posteridad. No es algo exclusivo de los escribanos de novelas, o poemas. Aunque es cierto que en estos tiempos de levedad e inmediatez, lo que consumes hoy caducó ayer. Sin embargo ese anhelo está ahí. Por supuesto que la parte racional de mi cerebro es consciente de que ese nunca será mi caso, y mucho menos probable aun, escribiendo este tipo de post. Aun así he de reconocer que cuando escribo me gustaría lograr que lo que cuento no quede desfasado en menos de una semana. Algo que parece imposible si me empeño en hablar sobre cualquier asunto en el que el partido de Felipe, Susana y el resto, esté por medio.
            Hace exactamente una semana, 7 días, escribí sobre la Proposición de Ley de modificación del SMI en la que confluyó TODA la oposición parlamentaria y que supondría que el Salario Mínimo Interprofesional alcanzase los 800€ en 2018, y los 950€ en 2020. Pues bien, ayer mi escrito quedó superado por los hechos. El PsoE vuelve a traicionar a quien se le pone por delante y firma un acuerdo con el Partido Popular y dejan esa subida en un 8%, 707€. Sí, ahora vendrán con lo de la responsabilidad de Estado, con el realismo, y todas las justificaciones que quieran vender, pero la realidad es tozuda y lo que ha hecho el PsoE no es más que ser fiel a su tra(d)ición e historia. Quizás ahora nos quieran hacer ver que han conseguido arrancar un acuerdo al PP en contra de los deseos del partido de la gaviota con ínfulas de albatros, pero en realidad lo que han hecho ha sido aflojar el nudo de la corbata de esparto.
            Sin duda no debería sorprendernos esa forma de actuar. Para quienes hemos pasado y pasamos horas y horas entre libros de historia, el PsoE no puede, por más que lo intente, tener credibilidad alguna. Leía no hace mucho un blog en el que explicaban que el PsoE no tiene 137 años en referencia a la supuesta traición que supuso el Congreso de Suresnes para el Socialismo. Yo mantengo que sí, que no han cambiado, que una cosa es el discurso y otra es la realidad, que el PsoE ha sido siempre el Judas de la clase obrera. Y si no te lo crees sólo tienes que indagar los motivos por los que la Revolución de Octubre del 34 sólo arraigó en Asturias. Pregúntate quién gobernaba y dirigió la masacre de Casas Viejas en el 33. Lee los discursos de Largo Caballero y después compáralos con los actos del PsoE, y la UGT cuando sus opciones de tocar poder aumentaban.

            Por todo ello, para los que creemos (utópicamente) que tenemos la sangre roja y el corazón a la izquierda, cada vez que alguien pretende incluir en ese hipotético saco que es la izquierda al PsoE sentimos que nos tratan de estúpidos. Entendemos que en la lucha de poder hay pasos que son ineludibles, que a veces hay que hacer aliados hasta en el infierno, que a veces hay que ser pragmáticos, sí, lo entendemos, pero lo que no podemos soportar es ésta manía de hacernos trampas al solitario. La primera vez que me traicionas es culpa tuya, la segunda es mía, la tercera yo también seré un traidor.