Cuando el mundo me golpea, cuando los periódicos me mienten, cuando caminar por la calle es como hacerlo entre los escombros de un conflicto infinito, cuando las paredes me hablan, o simplemente cuando mis neuronas deciden trabajar, entonces las palabras salen de mis yemas hacia el teclado. Gritos en el silencio, sin mayor pretensión que lograr que quien me lea me reconozca, me conozca y no le sea indiferente.