jueves, 23 de agosto de 2012

BANDERAS, BANDERINES Y OTROS TRAPOS SUCIOS


BANDERAS, BANDERINES Y OTROS TRAPOS SUCIOS

            Hace ya bastantes años, cuando quien escribe, firma y reafirma apenas tenía vello corporal, gustaba de hacer un juego de palabras a modo de diccionario que en su transcripción escrita deja algo que desear; “La bandera; colq. Dícese de la mujer que lava ropa. Ofc. Trapo que ondea al viento, generalmente provisto de vistosos colores, por el cual es lícito cometer los más horrendos crímenes” A mi, que soy de los que siempre han tenido alergia a los trapos por aquello de los horrorosos ácaros que acumulan, las banderas siempre me han resultado ajenas. Roji-gualdas, Union Jacks, ikurriñas… han sido poco más que eso, trapos ondeando al viento. Reconozco mi ingenuidad.

            También recuerdo que en uno de mis primeros viajes desde Gasteiz a la tierra de mis ancestros, Galiza, al cruzar el Ebro me llevé una gran decepción al no observar en el fondo de su cauce línea divisora alguna, de esas que en los mapas se componen de pequeños guiones y crucecitas. Pregunté a mis progenitores y sus risas fueron su única respuesta. Descubriría más tarde que las fronteras, como otros miles de límites humanos, son creación propia de los homínidos bajados de los árboles. La Naturaleza no pone puertas al campo.

            Con esos antecedentes y otros muchos que no voy a contar por no extenderme más de lo humanamente soportable, fui forjando mi alma, mi sentimiento y mi forma de ver la vida. Pero hoy quiero centrarme en mis queridos trapos ondeantes de brillantes colores.

            En Euskal Herria, tierra en la que nací, en la que vivo, y en la que lucho, la ikurriña sabiniana se ha convertido en un tótem de lo que no es por culpa de la imposición ajena. Un tótem de un pueblo sin patria que lucha por existir y coexistir en igualdad con los pueblos que lo rodean. Un pueblo que aspira a ser vecino peninsular y no inquilino de España.

            En España, la borbónica roji-gualda recuerda un Imperio que fue, un Imperio forjado a sangre, fuego y privilegios hace poco más de 5 siglos (3 siglos menos de lo que duró al-Ándalus) un Imperio en constante regresión.

            En ambos casos, los trapos ondeantes al viento han justificado, justifican y justificaran, atropellos y tropelías varias. En ambos casos, dichos trapos servirán a quienes gobiernan para acallar voces discordantes, en ambos casos, como en todos los casos las banderas serán trapos sucios colgados al viento. Por que las banderas encierran una gran mentira envuelta en bonitos colores, las banderas jamás representan al pueblo sino al Gobierno que lo somete. No existe el pueblo soberano, esa es la gran falacia, el pueblo soberano es aquel que decide por si mismo su camino, y eso jamás será realizable mientras ese pueblo este subyugado al poder de un trapo representando a un Estado que lo tutele. No existe diferencia entre nacionalismo y patriotismo, no existe diferencia entre dos trapos de nylon.

            Tras todas estas divagaciones habrá quién con toda lógica y razón me diga que soy incoherente entre mis palabras y mis hechos, y yo no pienso excusarme. Me confieso dueño de mis incoherencias y mis desviaciones pero voy a terminar con una última reflexión; si para abrir un cambio de modelo social que nos acerque a una mayor justicia social, a una mayor democracia, a un nuevo futuro alejado de las dictaduras del Mercado y el Capital, he de elegir entre luchar dentro de un Estado añejo, estancado en el caciquismo y copado por una burguesía de pelotazo y especulación, u otro que por su no existencia actual permita ser moldeado sin vicios del pasado, con una sociedad activa e ilusionada con el futuro que se puede abrir ante sus ojos, permítanme que, al menos temporalmente, mis incoherencias duerman bajo un trapo tri-color.

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